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!Hola de nuevo¡
Al final de la entrada anterior comentaba la importancia de la referencia/ejemplificación y el vinculo afectivo/confianza, y quería desarrollar una parte.
Según creo recordar que leí en el libro "La sabiduría del Eneagrama" de Richard Riso y Russ Hudson, y por otras vías, me llegaba el concepto de que de los cero a los seis años (0-6), un humano necesita de manera prioritaria el cuidado desde la perspectiva femenina (jin), atención, cuidado, mimos, refugio, cariño, quedando en esta franja de edad la perspectiva masculina (yang) como secundaria, y después a la inversa, de modo que en la franja de edad de los seis a los doce años (6-12), se hace prioritaria la perspectiva masculina, desafio, aventura, disciplina, autonomía, quedando la perspectiva femenina en segundo plano. En esos 12 primeros años, el padre y la madre van a dejar su impronta (o su vacío) en su hij@, consciente o inconscientemente, coherente o incoherentemente. De los 12 a los 18 podrán pulir, rematar, afianzar pequeños detalles,... y cruzar los dedos en el despegue de experiencias y personalidad autónoma de su vástago. De los 18 en adelante podrán acompañar, aconsejar con cuidado y apoyar. Todo ello, evidentemente contextualizado en cada familia y persona.
Que sucede, que de los 12 años en adelante, su hij@ les considerará una referencia válida en función de un par de factores fundamentales:
- La mayor o menor necesidad de reconocimiento materno/paternal. Que puede ser una traba para un adecuado desarrollo vital del hij@.
- La vinculación afectiva con cada progenitor. Que se ha gestado principalmente con la presencia física y emocional de los 0 a los 12 años, y que se puede haber consolidado entre los 12 y los 18 años.
Para ser una figura de referencia del hij@, hay que haber creado un vínculo afectivo sano, y haber mostrado una minima coherencia personal. Y eso se logra con presencia, caso y amor incondicional (que no sin límites).
No estoy diciendo que los progenitores sean los responsables últimos del camino de su hij@, pero si que su presencia es muy importante para dotar de buena base y herramientas a su hij@, para un mejor y más afinado encarrilamiento (que por cierto, es responsabilidad del hij@...).
Hay una cita cuyo autor no recuerdo, pero viene a referirse a la relación entre padres e hijos en la vida, creo que es algo así como (en absoluto literal) "En la infancia los adoramos, en la juventud les juzgamos, en la madurez, con suerte les perdonamos, y en la senectud, quizás les comprendamos".
Lo padres nunca llegan a saber con certeza si están actuando de la mejor manera para sus hijos (que en general es su principal intención y deseo), y creo que en general hay que honrar sus esfuerzos. Si se me permite la sugerencia, les propondría enfocarse en hacer presencia, física y emocionalmente, con sus hij@s, cada uno en su esencia natural. Con eso su hij@ tendrá la mejor base para la educación y destrezas que necesita. Aprenderá, y podrá realizar las maravillas que requiera su vida.
¿Y el espacio? Es el adecuado respeto (no ilimitado, simplemente adecuado a su nivel de desarrollo) por su autonomía y libertad, por su derecho a errar y acertar, y aprender o repetir. Aunque pueda ser duro o doloroso, recortar espacio en la adolescencia (quizás necesario), no rellena los vacios de la infancia.
¡Un fuerte abrazo a todos los padres y madres! ❤🤗